Desperdicio de alimentos y cambio climático
Cuando nos referimos al desperdicio de alimentos siempre pensamos en que son productos que se descartan del consumo. Pero hay un aspecto sobre el que pocas veces reflexionamos: la incidencia de estos comportamientos en el cambio climático.
Según recientes datos de la FAO, alrededor de un tercio de los alimentos producidos en el mundo para el consumo humano, aproximadamente 1.300 millones de toneladas anuales se pierde, se tira o se desperdicia. Estos productos desechados han sido producidos en una cadena en la que se han consumido recursos: agua, tierra, energía, mano de obra y capital. Su descarte implica tirar a la basura algo más que el propio alimento.
Si se produce más de lo que se consume, también estamos erosionando más de lo necesario, talando más árboles, agotando más agua, utilizando más pesticidas… y todo de forma innecesaria. Otro dato de la FAO: cada año, los consumidores de los países ricos desperdician casi tantos alimentos como la producción de alimentos neta total del África subsahariana.
Además, una vez desechados, estos alimentos siguen produciendo gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global y al cambio climático. Y no hay que olvidar que en los países industrializados más del 40 % de las pérdidas se produce a nivel del comercio minorista y del consumidor. El desperdicio per cápita de alimentos por consumidor es de 95 a 115 kg/año en Europa y América del Norte. En África subsahariana y en Asia meridional y sudoriental esta cifra representa solo de 6 a 11 kg/año.