Un tercio de las tierras agrícolas producen cultivos no aprovechados
– La FAO recuerda que los responsables de las políticas pueden mejorar la capacidad de productores, comerciantes y consumidores para frenar el desperdicio de alimentos.
– La FAO anima a transformar los residuos alimentarios en compost con el objetivo de aumentar la fertilidad del suelo y su capacidad para afrontar sequías.
Correspondiendo este año 2015 con el Año Internacional de los Suelos, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advierte que el 28% de las tierras agrícolas del mundo producen cultivos que se desperdician. Ante esto se preguntan qué tipo de acciones se pueden llevar a cabo para proteger los suelos y garantizar un futuro sostenible y con seguridad alimentaria.
En el proceso se desperdician 250 km³ de agua, mientras que la huella de carbono de los alimentos producidos y no consumidos se estima en 3,3 gigatoneladas de CO2. Con un 33% de los suelos del mundo degradado, «es hora de actuar», urge la FAO.
Con una población mundial en crecimiento, el aumento de la producción alimentaria, la competencia por los recursos de tierra y agua y el impacto del cambio climático, los suelos están sometidos a mucha presión. «No utilizar cerca de un tercio de los alimentos producidos en el mundo significa que nuestros recursos naturales −incluidos los suelos− se usan de forma indebida», subraya la FAO. La disminución de la salud del suelo conduce a un mayor uso de insumos sintéticos que, en exceso, pueden causar contaminación y en última instancia, pérdida de la biodiversidad y de la tierra cultivable.

Fuente e imagen: Reuters.
Cada actor a lo largo de la cadena alimentaria tiene un papel importante en la reducción de la huella de desperdicio de alimentos, recuerda la organización de Naciones Unidas. Los productores pueden invertir en mejores tecnologías de recolección y almacenamiento para evitar la pérdida de alimentos. Los minoristas de alimentos pueden reducir los precios de las hortalizas de apariencia «imperfecta» y donarlas −si siguen siendo comestibles− a los necesitados. Por último, los responsables de las políticas pueden mejorar la capacidad de productores, comerciantes y consumidores para frenar el desperdicio de alimentos. Asimismo, resulta crucial la inversión en el procesado post-cosecha, la revisión de las normas sobre las fechas de caducidad y el lanzamiento de campañas de sensibilización.
La reducción de los vertederos, fomentando la transformación de los residuos alimentarios adecuados en compost y biogás, es también fundamental para la mejora del suelo.
El compostaje (proceso natural de putrefacción o descomposición de la materia orgánica por los microorganismos en condiciones controladas), de hecho, supone una de las formas más sencillas que existen para devolver valiosos nutrientes al suelo (nitrógeno, fósforo y potasio) que mejoran su fertilidad y aumentan su resiliencia ante las crisis, como la sequía.